Capacitar a tu personal. ¿Gasto o Inversión?

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La mayoría de personas que laboran en una empresa han recibido en algún momento capacitación profesional y técnica en lo que se conoce como «habilidades duras«.

Aquellas que tienen que ver específicamente con sus talentos natos y el buen desempeño de su función en la compañía.

Sin embargo, también hay otra línea de habilidades sumamente importantes en la empresa a las que usualmente se les da menor prioridad y que se relacionan con el desarrollo del carácter y la personalidad del colaborador.

Estas, conocidas como «habilidades blandas » tienen que ver con la inteligencia emocional, la comunicación asertiva, la persuasión y la capacidad de vender. Así también como saber trabajar en equipo y el desarrollo de valores personales.

Todas son habilidades que cada día toman más relevancia y que pueden hacer la diferencia entre una organización que avanza por inercia o una que crece a un ritmo altamente productivo.

Lamentablemente muchos gerentes y directores consideran erróneamente que estas habilidades se desarrollan por simple sentido común. Incluso hay quienes llegan a pensar que no son relevantes para el éxito de la empresa.

Otros asumen que el hecho de establecer metas dentro de cada departamento automáticamente despertará estas cualidades en sus colaboradores. O bien asumen que cada persona debe velar por su propio desarrollo de manera individual lo cual si bien es cierto, resulta poco efectivo.

De tal manera que es primordial para toda empresa, pequeña o grande, darle también prioridad al desarrollo de estas habilidades intangibles a sus equipos de trabajo a fin de que la organización se fortalezca como tal y camine integralmente hacia el alcance de sus objetivos.

Pero la pregunta del millón que todos los empresarios se hacen en algún momento es ¿cómo desarrollar equipos de alto rendimiento? ¿cuánto invertir en capacitación corporativa?:

¿La capacitación es un gasto o una inversión?

Para poder determinarlo partamos de un punto que a toda empresa le interesa: la competitividad.

Hoy más que nunca, las organizaciones están sujetas a una enorme presión por parte de la competencia. La globalización en la era digital demanda que cada día seamos más rápidos y más hábiles.
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