El objetivo, reflexiona el autor, es empezar «por conocer verdaderamente a los clientes» y continuando por descifrar ciertos criterios, como la ironía, que las máquinas todavía no consiguen «comprender»
A día de hoy hablar del impacto de la Inteligencia Artificial en el ámbito laboral es, ya, una realidad. De hecho, esta tendencia ha experimentado un crecimiento reseñable en el último año en España, según el informe «Realidad y perspectivas de la IA en España, 2018», elaborado por PwC en colaboración con Microsoft, el 80% de los directivos afirma que la inteligencia artificial se convertirá en una ventaja competitiva y propiciará una transformación profunda en sus organizaciones.
Además, señala que más de la mitad de las empresas líderes en España ha desplegado ya soluciones de IA. Un dato que no es de extrañar atendiendo a que esta tecnología propiciará un ciclo de crecimiento económico que podría duplicar el valor de la economía digital actual en 2025, según refleja el Índice de Conectividad Global (GCI) realizado por Huawei.
En esta línea, una de las áreas en la que más se está explotando la IA es el marketing. El ejemplo más representativo es, sin duda, el bot marketing, el cual ha experimentado una evolución acelerada en España. Una tendencia que nos muestra que la automatización de procesos gracias a la ayuda de robots es un facilitador de los procesos «marketinianos» que puede, incluso, hasta mejorarlo. De este modo, la combinación de IA y marketing se resume en agilidad, rapidez y respuesta programada… O lo que es lo mismo, eficiencia.
Todo ello invita a preguntarse, ¿es completamente predecible el comportamiento del usuario? La IA permite diseñar una serie de respuestas acorde al lenguaje del usuario, analizando en un breve periodo de tiempo millones de actuaciones comprendidas en diferentes escenarios. Por lo que se puede afirmar que sí, sí es predecible el comportamiento.
Sin embargo, cabe resaltar que el conocimiento que multitud de organizaciones tiene de sus clientes es bastante superficial (sexo, edad, ubicación y poco más…), por lo que la implementación de esta técnica no está aún en su punto álgido, de hecho, se debe seguir trabajando en ello y desarrollándolo. Empezando por conocer verdaderamente a los clientes y continuando por descifrar ciertos criterios, como la ironía, que las máquinas todavía no consiguen «comprender».
En este contexto, la IA ha irrumpido de manera contundente en la automatización de tareas dentro del ámbito profesional, facilitando y agilizando procesos, y, sobre todo, proporcionando observaciones y tendencias que de otra forma no serían posibles de extraer, al ser capaz de analizar grandes conjuntos de datos en pocos segundos. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer. En los años venideros se va a llevar a cabo una potente evolución, y el marketing va a ser uno de los campos más beneficiados por la implantación de esta inteligencia… Y con ello el propio usuario será el más beneficiado obteniendo una respuesta más eficiente y acertada que la que le puede ofrecer el propio humano.
Autor: Esteban García
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