Jóvenes, inteligentes y decididos. Así son las 2 mujeres y 3 hombres que inspiran en el continente.
Duckencia Bourdierd pensó en irse de Haití para siempre después de que un terremoto devastó el país en 2010. Pero cuando vio la resiliencia de sus compatriotas y el esfuerzo y el trabajo que dedicaron para reconstruir el país, supo que tenía que quedarse.
«Quería ser parte de esa renovación”, dice la joven emprendedora que, con tan solo 24 años, formó un negocio de reciclaje en Puerto Príncipe. Ahora su negocio tiene más de 20 empleados. “Más allá de generar recursos, quería hacer algo para ayudar a mi país”, afirma.
La historia de Bourdierd es inspiradora. Sin embargo, en América Latina, no es única. Desde San Salvador hasta Buenos Aires, jóvenes están combinando sus habilidades empresariales con el deseo de transformar sus comunidades.
En la segunda encuesta de emprendedores de Americas Quarterly, la publicación se enfocó en Bourdierd y cuatro personas más, todos fundadores de empresas que se distinguen por su visión y su conciencia social.
Algunas de ellas apenas están comenzando; otras ya operan a escala nacional. La plataforma de educación Geekie, de Claudio Sassaki, cuenta con usuarios en las principales ciudades de Brasil; la iniciativa de Rocío Mendoza, Leer Para Soñar, está generando impacto en El Salvador con apenas tres empleados.
Para completar la lista están el argentino Gino Tubaro, que utiliza impresoras 3D para crear prótesis personalizadas, y el mexicano Camilo Pagés, quien usa energía alternativa para transformar granjas en su país.
Claudio Sassaki. Mejorando el acceso a la educación a través de la tecnología
Con títulos de la Universidad de São Paulo y de Stanford y una carrera lucrativa en la banca de inversión, Claudio Sassaki había logrado obtener el éxito que sus abuelos, inmigrantes japoneses, habían querido para su familia, “pero después de 10 años en Wall Street, esa vida se sentía vacía”, asegura el joven.
Sassaki quería dejar una marca, y la educación parecía el lugar apropiado para comenzar. Era más que consciente de que la profunda desigualdad de Brasil así como sus altos niveles de violencia estaban causados, en parte, por el fracaso del sistema educativo. Más del 50 por ciento de los adultos brasileños no han terminado el bachillerato, según la Ocde, y algunos estudios demuestran que tan solo el 8 por ciento es competente en la lengua portuguesa y en matemáticas.
Para ayudar a desmantelar este círculo vicioso, Sassaki y Eduardo Bontempo fundaron Geekie en 2011. La ‘startup’ usa estrategias de aprendizaje personalizado para acabar con el modelo educativo “de escuelas fábrica” y hacer que haya más oportunidades de desarrollo y crecimiento disponibles para todos los brasileños.
Las plataformas digitales de la compañía, que pueden usarse en un teléfono, una tableta o un computador, encuentran las lagunas en el aprendizaje de cada estudiante y luego personalizan clases con textos, videos y ejercicios. La tecnología les permite a los estudiantes avanzar por el currículum a su propio ritmo y les provee a los profesores información en tiempo real sobre su progreso.
«La tecnología les permite a los estudiantes avanzar por el currículum a su propio ritmo y les provee a los profesores información en tiempo real sobre su progreso.»
Geekie tiene 5 millones de usuarios en Brasil. En 2016, los usuarios mejoraron sus puntajes en 72 puntos, en promedio, sobre la escala de 1.000 puntos del examen nacional Enem. Para llevar la tecnología a todo el país, la compañía dona una suscripción gratis a una escuela pública por cada suscripción que compra una escuela privada.
“Tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para construir un plan de negocios que sea sostenible”, explica Sassaki a ‘Americas Quarterly’. “Pero no deberíamos sancionar a las personas que no tienen la posibilidad de pagar”, añade. La compañía no reveló cuáles eran sus ingresos, pero dice que tiene 85 empleados y usuarios en casi todas las ciudades de Brasil.
La educación involucra a muchos actores y presenta varios retos, pero Sassaki cree que integrar la tecnología en el salón de clases es la siguiente frontera. “Y, sin duda, es mejor que Wall Street”, explica sarcástico.
Comenzar una compañía social como Geekie “llena tu alma”, cuenta Sassaki, y concluye: “Nunca querría devolverme”.*Kate Steiker- Ginzberg. Periodista independiente
Rocío Mendoza. Creando cambios, un libro a la vez
Cuando los estudiantes se portan mal en las aulas de las escuelas públicas de El Salvador no son castigados con una visita a la oficina del director. En cambio, son obligados a ir a la biblioteca. Esto crea un estigma alrededor de la lectura, explica la trabajadora social Rocío Mendoza.
Para ella, las bibliotecas y los libros no son espacios para el castigo, sino que “son lugares para disfrutar, aprender y leer”.
Inspirada en su deseo de compartir su conexión con los libros, las bibliotecas y el aprendizaje, Mendoza se asoció con su colega Marilin Cabezas, con quien comenzó la iniciativa Leer Para Soñar en 2016. El proyecto, con apenas tres miembros en el equipo, ensambla y distribuye libros hechos de cartón y productos naturales con el fin de ayudar a proveer material de lectura de buena calidad en El Salvador y hacerlo de manera sostenible y responsable.
La idea vino del movimiento cartonero de Buenos Aires, que produce libros artesanales de bajo costo con cartón, pintura e hilos para hacerlos más accesibles.
Mendoza y Cabezas postularon el concepto en un concurso de emprendimiento social para mujeres en 2016. Cuando ganaron, usaron el capital semilla para hacer despegar el proyecto Leer Para Soñar. Hoy ensamblan y distribuyen los libros ellas mismas.
Hacer que la lectura sea más accesible, así como mejorar la opinión que tienen los estudiantes sobre la escuela, es fundamental en El Salvador, donde la tasa de alfabetización es del 88 por ciento, dijo Mendoza. Esto ha mejorado con el tiempo (en 1992, dicha tasa era del 74 por ciento), pero las dificultades económicas aún obligan a muchos estudiantes a abandonar la escuela para poder trabajar. La violencia también es un obstáculo.
«Hacer que la lectura sea más accesible, así como mejorar la opinión que tienen los estudiantes sobre la escuela, es fundamental en El Salvador.»
No obstante sus esfuerzos, darles los libros a los estudiantes que más los necesitan sigue siendo un reto. “Los profesores y los directores se nos cierran porque somos jóvenes y tenemos metodologías diferentes”, indica Mendoza. “Hay mucha desconfianza”.
Pero, pese a estos obstáculos, Cabezas dice que su objetivo sigue firme: “Promocionar la educación de buena calidad”.*Hanaa’ Tameez. Periodista independiente.
Duckencia Bourdierd. Construyendo una empresa con ruinas y basura
La compañía emplea a 21 personas, pero beneficia a miles más que recogen objetos plásticos desechados.
Duckencia Bourdierd apenas se había graduado de la universidad cuando un poderoso terremoto destruyó su ciudad, Puerto Príncipe (Haití) en enero de 2010. Incapaz de imaginar un futuro entre las ruinas, se mudó al país vecino: República Dominicana.
Seis meses después, Bourdierd volvió a visitar su casa. Conmovida por la resiliencia que alimentaba la reconstrucción del país, supo que debía quedarse y ayudar a esa reconstrucción.
“Quiero ser parte de esa renovación, de esta oportunidad de comenzar de nuevo”, explica a AQ.
Bourdierd, que entonces tenía 24 años, usó este deseo de renovar en Haiplast, una compañía de reciclaje de la que fue una de las fundadoras, en 2011. Haiplast fue el resultado de un concepto que desarrolló en uno de sus cursos de administración de negocios en la Université Notre Dame d’Haïti, en Puerto Príncipe, y surgió para suplir la necesidad urgente de administrar los residuos sólidos que antes eran tirados en la calle y recogidos informalmente bajo condiciones peligrosas, si es que no eran abandonados allí.
“Más allá de generar recursos propios, quería hacer algo para ayudar a mi país”, asegura la joven».
Más de seis años después, Bourdierd está haciendo ambas cosas. Los ingresos de 189.911 dólares de Haiplast en 2016 fueron más del doble de sus ingresos de 2013. La compañía emplea a 21 personas, pero beneficia a miles más que recogen objetos plásticos desechados, los cuales HaiPlast compra, limpia, compacta y revende a compañías más grandes que los reciclan en países como Estados Unidos, China y Europa.
El camino no ha sido fácil. Bourdierd y sus socios fueron víctimas de una estafa cuando intentaron comprar su primer compactador de China. Bourdierd también ha tenido que desafiar a los críticos que la subestiman por ser la única mujer en el puesto de directora general de una compañía de reciclaje en Haití.
Bourdierd recuerda la vez que un empleado de un banco le dijo que tendría más problemas al pedir un préstamo, ya que volverse madre podría dificultar el dirigir una compañía.
Sin embargo, para ella, madre de un hijo de 2 años, el éxito de la compañía habla por sí solo.
“Yo digo que Haiplast fue mi primer bebé”, comenta. “Creo que las cosas se me están dando bastante bien”, agrega radiante.*Brendan O’Boyle . Editor de ‘Americas Qarterly’.
Gino Tubaro. Haciendo prótesis de manos personalizadas gratis
Gino Tubaro creció jugando con electrodomésticos, desarmando una plancha de ropa para construir un robot y desbaratando un parlante para armar una aspiradora.
Cuando creció, el inventor argentino comenzó a hacer proyectos con un propósito. Con 22 años, ya ha desarrollado una máquina que traduce textos a braille y ha lanzado un proyecto que usa tecnología de impresión 3D de código abierto para crear prótesis de manos para quienes las necesitan, gratis.
Esto es posible porque las prótesis son producidas por una red de voluntarios que tienen impresoras 3D. Son parte de Limbs, un proyecto ejecutado desde AtomicLab, una organización que Tubaro fundó en 2014 y él describe como un híbrido entre una fundación y una ‘startup’.
“Siempre me ha causado curiosidad cómo funcionan las cosas”, dice un modesto Tubaro, quien divide su tiempo entre el proyecto y clases de ingeniería en la Universidad Tecnológica de Buenos Aires.
La idea de Limbs surgió cuando Tubaro experimentó con impresoras 3D durante su bachillerato. La madre de un pequeño niño que necesitaba una prótesis de mano le preguntó si podía diseñar una. Lo hizo. Cuando ganó un premio de 60.000 dólares de History Channel en 2015 por su creatividad, usó los fondos para comprar impresoras 3D e instalar la infraestructura.
«AtomicLab, que cuenta con un equipo de siete personas, ha distribuido 650 prótesis hasta el momento, pero la demanda sigue creciendo. Hacer una prótesis de mano personalizada toma seis meses.»
AtomicLab, que cuenta con un equipo de siete personas, ha distribuido 650 prótesis hasta el momento, pero la demanda sigue creciendo. Esto es porque hacer una prótesis de mano personalizada toma seis meses y 15.000 dólares en Argentina. Hacer el diseño de Tubaro, adaptado e impreso por Limbs, toma entre 16 y 24 horas y es totalmente gratis. El proyecto ya tiene a 5.000 personas en lista de espera.
Para ayudar a más personas, Tubaro le pidió a la agencia regulatoria argentina que sus prótesis fueran reconocidas como aparatos médicos. De esta manera, las manos podrían ser certificadas y distribuidas por profesionales de la salud. Por ahora, Limbs ha trabajado como un proyecto de investigación.
Más allá de las nociones de éxito (Tubaro no quiere hablar de réditos), el emprendedor siente que este trabajo es gratificante. En la Navidad pasada les entregó prótesis a niños él mismo, vestido de Papá Noel.
“Muchos de ellos son víctimas de matoneo”, explica sobre los beneficiarios de su proyecto, que les devuelve la autoestima y el movimiento a tantas personas.*Soledad Domínguez. Periodista independiente residente en Brasil.
Camilo Pagés. Transformando los desechos en combustible
Cuando Camilo Pagés y Alex Eaton viajaron por el centro de México en 2010 ofreciendo a agricultores una solución de problemas comunes como la falta de energía limpia y la dependencia de costosos fertilizantes químicos, juntos encontraron mucho escepticismo.
“Imagínate a un gringo rubio y a un tipo de Ciudad de México hablándoles a campesinos sobre cómo usar estiércol para producir energía y hacer un buen fertilizante”, recuerda Pagés. “Nos decían: ‘¡Están locos!’ ”.
Pero eso era lo que ofrecían: un “estómago mecánico” fácil de instalar que transformaba el estiércol en un fertilizante orgánico y en biogás, una eficiente fuente alternativa de energía. Acababan de patentar su biodigestor y estaban buscando a los primeros usuarios que estuvieran dispuestos a probar la tecnología.
“No fue fácil”, relata Pagés a ‘Americas Quarterly’. Explica que tenían que instalar sistemas de demostración y mostrarles a los agricultores la llama azul del biogás. Los dos amigos querían comenzar una empresa que tuviera un alto impacto social y ambiental. A pesar del reto inicial, creyeron que era una tecnología que no dejaba lugar a dudas.
Muchos agricultores llegaron a creer lo mismo. Ahora, el biogás ha reemplazado la madera y el propano por completo como el combustible usado para cocinar y calentar el agua en algunas pequeñas fincas. Las más grandes usan el biogás para potenciar máquinas que ordeñan vacas, bombean agua y trituran alimentos. Sistema.bio también ha diseñado electrodomésticos compatibles con el biodigestor, lo que contribuye a reducir los niveles globales de CO2 en el aire.
Para ayudar a los agricultores con otro problema común como es la falta de fondos accesibles para adquirir nueva tecnología, Sistema.bio también ofrece a sus clientes préstamos sin intereses que pueden pagar hasta en dos años.
El modelo de negocios funciona. Sistema.bio se volvió rentable en 2014 y luego despegó. Tienen 60 empleados en oficinas localizadas en México, Colombia, Kenia e India y han instalado 3.500 sistemas a la fecha. Los ingresos por ventas de la empresa en 2017 llegaron hasta los 1,3 millones de dólares.
Pagés y Eaton esperan tener 300.000 usuarios en 15 países para 2021. Buena parte de este éxito, según Pagés, se debe a las relaciones que la empresa ha creado con comunidades rurales en todo el mundo, comenzando con ese viaje por el centro de México.
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