Ocho indicadores de que tenemos que cultivar nuestra inteligencia emocional

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La inteligencia emocional ha ganado, durante las últimas décadas, terreno en los estudios de los científicos del comportamiento humano y social.

El sitio de medicina WebMD, consciente de lo relevante del asunto, ha publicado una nota realizada por un psicólogo clínico en la que se identifican ocho aspectos que delatan una baja inteligencia emocional.

La intención de esto, por supuesto, no es hacer sentir mal a la persona que se identifica con estas características, sino notar también que la inteligencia emocional no es algo que fijo, con lo que uno nace, sino que es mucho más fluido que el IQ por ejemplo y a través de ciertas pautas o a través de terapia y demás es fácil desarrollar una mayor capacidad de estar atento a las emociones de los demás y mostrar señales de empatía.

1. Tener dificultad para «leer» las emociones de los demás

Un aspecto importante de la inteligencia emocional es la capacidad de estar al tanto de lo que las personas dicen y expresan y ser capaz de leer lo que están experimentando. Esto permite responder y formar vínculos.

2. Continuamente no sabemos lo que sentimos

Lo mismo ocurre pero con la propia persona. Si uno no es capaz de saber lo que siente, es muy fácil que las emociones controlen su vida o que, por otro lado, viva en frecuentes episodios de duda e incertidumbre.

3. Nos es difícil entender por qué se tienen ciertas emociones

Esto tiene que ver no sólo con detectar la emoción sino entender su significado o aquello hacia lo cual está tendiendo la emoción. Entender el significado de una emoción permite desarrollar empatía.

4. Nos es difícil controlar nuestras emociones

Esta es la más obvia de las ocho. Se trata obviamente de ser capaz de hacer una autorregulación, para evitar sufrir de manera innecesaria.

5. Las emociones interfieren en nuestra capacidad de trabajar y responder a problemas

Debido a que la persona no es capaz de controlar o entrar en rapport con sus emociones o las de los demás esto hace que sea difícil enfrentar problemas y reduce su efectividad y productividad.

6. Las personas notan que nos falta empatía

Puede llegar a suceder que las personas se dan cuenta de que alguien no tiene la sensibilidad emocional para responder a lo que una persona está viviendo, a resonar con sus sentimientos y a ofrecer cuidado. Una falta de empatía puede hablar simplemente de que una persona no tiene inteligencia emocional.

7. Ofendmos as las personas sin saber por qué

De nuevo esto habla de una falta de captación de las emociones propias y extrañas, que además acaba produciendo problemas en el trabajo o en la familia.

8. Solemos tener problemas en nuestras relaciones

Los vínculos personales son el entorno por antonomasia donde se pone a prueba la inteligencia emocional que podamos tener. Un ejercicio relativamente sencillo de darnos cuenta del tipo de relaciones que cultivamos podría ser pensar en aquellas que frecuentamos más –padres, amigos, compañeros de trabajo, vecinos incluso–, enlistarlas y evaluar cada una según la manera en que ocurre.

¿Son relaciones saludables? ¿En general estamos en buenos términos con esas personas? ¿Podría decirse que se trata de vínculos caracterizados por el afecto, la confianza, el respeto mutuo, la solidaridad y otros valores afines? O, por el contrario, se trata de relaciones más bien problemáticas, donde se abusa y se ofende, donde no es posible confiar por enteramente en esa persona y que, en una suerte de balance general, aportan más malestar que bienestar a nuestra vida.

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