Estos pensamientos frenan tus ganas de emprender

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Iniciar un negocio para no tener jefes o pensando que no será necesaria ayuda limita tus oportunidades de éxito.

Es lunes por la mañana, escuchas la alarma y sabes que otro día más en la oficina te espera. El trabajo, tu jefe y esa junta a la que debes asistir serán el itinerario de una nueva semana. Comienzas a imaginar cómo sería tu vida si fueras el dueño de tu propio negocio: beneficios, contactos, tiempo libre. Todo es perfecto, hasta que vuelves a escuchar el l ruido del reloj y regresas a la realidad: se te ha hecho tarde y los pendientes aún te esperan.

Quienes deciden emprender lo hacen por dos razones: necesidad u oportunidad, afirma Leticia Gasca, co-fundadora del Instituto del Fracaso, encargado de documentar historias de negocios que no han llegado al éxito. “Los primeros requieren un ingreso propio o para su familia, ya que no existen fuentes de trabajo para ellos. Quienes lo hacen por oportunidad es porque ubicaron una carencia en el mercado y desarrollarán un producto o servicio para solucionarlo”, comenta la especialista.

Después de conocer cuál es nuestro tipo de perfil, es necesario definir el camino a seguir. “Es muy importante tener siempre presente el problema (que se quiere solucionar) antes de la solución”, aconseja Raúl de Anda, co-fundador de Unreasonable México, instituto que apoya emprendimientos sociales. Tener claro este punto permitirá evolucionar el modelo de negocio si el primer plan no llegase a funcionar.

En este camino es importante conocer cuál es la realidad del proyecto y del emprendedor y así evitar percepciones erróneas que compliquen el arranque. “Muchos de los problemas que se presentan son por una percepción de la realidad engañosa, difícil de notar y eliminar por sí solo, ya que no se es consiente de su existencia”, menciona Gasca.

Por ejemplo, uno de los más comunes es querer emprender para no tener jefes: hay que tener en cuenta que los nuevos jefes serán los clientes, proveedores, socios y trabajadores quienes exigirán calidad, rapidez y buen servicio.

Estos expertos definen algunos de estos sesgos de la realidad, en los que suelen caer los emprendedores y que dificultarán su trayecto emprendedor. Y advierten: al emprender, hay que estar constantemente informado, aceptar los consejos, estar dispuesto a pedir ayuda y tener una buena organización.

El catastrofismo que acaba con todos los proyectos

Es la tendencia a pensar el peor resultado entre todos los posibles, aunque se haya obtenido un rendimiento positivo y el fracaso sea poco probable. “El problema de pensar de esta forma es que puede generar reacciones exageradas fuera de la realidad y parálisis en la toma de decisiones”, define Gasca.

Ejemplo: Lo voy a perder todo, seguramente terminaré en la calle. Si tienes una idea, los expertos recomiendan arriesgar y evitar pensar negativamente en el proceso. “Si un emprendedor cree continuamente que todo va a salir mal, seguramente fracasará porque no le está poniendo todo el empeño que necesita a su idea”, indica de Anda.

Ejemplo: No estoy preparado. Es muy probable que en los inicios surjan dudas sobre cómo llevar a cabo un proyecto, pero la solución es sencilla: busca ayuda de los expertos. “Muchas personas tienen ya los conocimientos necesarios que a ti te hacen falta, o se encargan de resolver esos problemas a los que te estás enfrentando, así que pide ayuda para evitar perder tiempo y dinero”, aconseja de Anda.

Cómo evitarlo: Busca especialistas en el tema, y conoce las perspectivas necesarias para ofrecer una mejor solución a cada problema. “El éxito se alcanzará cuando se identifiquen a los expertos y integren al proyecto, para lograr el mejor desarrollo”, recomienda Gasca.

La negación… hasta para pedir ayuda

Negar los problemas, debilidades y errores de alguna situación genera respuestas automáticas sin análisis previo. “Puede existir cuando nos negamos a abandonar algo porque se ha empleado dinero, tiempo y esfuerzo”, menciona de Anda.

Ejemplo: Yo puedo solo. Este pensamiento puede existir al inicio del camino como emprendedor, al considerar que uno mismo es el más capaz, el que más sabe sobre el tema o el que mejor lo llevará a cabo. Pero la realidad es que no se puede hacer las cosas solo. “Un proyecto funcionará si se realiza un prototipo y, con base en él, experimentos sobre lo que sobra o haga falta y así llevarlo al mercado lo antes posible. Esto claramente necesita un equipo de trabajo y, aunque al principio será pequeño, es necesario que crezca para bien del proyecto”, platica Gasca.

Otra variante de este tipo de pensamiento es creer que no importa que uno de los socios no se involucre en el proyecto. De Anda señala que es uno de los errores más frecuentes en los primerizos y lleva a rotación de socios y directivos en la nueva empresa.

Ejemplo: No me importa que mi socio no se involucre. El trabajar con alguien siempre involucra el compromiso de todas las partes, pero cuando no lo hay no se debe creer que no es importante esta carencia. “Uno de los errores más comunes en las primeras etapas es involucrarse con personas que apenas se conocen, porque al presentarse un problema suele haber rotación de socios o de fundadores”, cuenta de Anda.

Cómo evitarlo: Es necesario separar las decisiones de las emociones, mediante un análisis. “Si bien en el camino deberás ser determinante, también toma en cuenta que debe ser rápido, así evitarás perder tiempo, dinero y oportunidades determinantes en el futuro de tu negocio”, previene de Anda.

Confirmar… que tengo la razón

Uno de los errores frecuentes es validar ideas positivas o negativas basándose en el pensamiento propio y confirmarlas mediante información, no siempre correcta, que lo asegure. “Se da cuando recordamos alguna situación de forma selectiva, mencionando sólo los buenos o malos momentos de cierta etapa de la vida”, aclara Gasca.

Ejemplo: Tengo una solución que es innovadora y sólo yo puedo lograrlo. Es probable que alguien más ya haya pesado algo similar, pero es una buena oportunidad para idear otro modelo de negocio. “En ocasiones los emprendedores al ver que su idea ya alguien más la hizo ya no siguen en el proyecto, mi consejo es buscar otra forma de solución tal vez más barata, más rápida o con menos impacto ambiental”, señala De Anda, quien recuerda en este punto la importancia de tener claro el problema que se quiere solucionar.

Ejemplo: Puedo hacerlo sin inversionistas. El financiamiento es parte esencial del emprendimiento. “Muchos emprendedores creen que sólo con las inversiones propias, familiares o de amigos, van a poder solventar todos los gastos, pero no es así, es muy probable que en el futuro vayan a necesitar más dinero para hacer crecer la compañía”, previene Gasca.

Cómo evitarlo: Toma en cuenta información diferente y útil. “Lo primero que se tiene que hacer es validar la idea con todos los involucrados y esperar una retroalimentación de su parte para tener diferentes puntos de vista”, asegura Gasca.

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