Seguramente todos conozcan al mítico Walt Disney. Quienes lo conocieron lo describen como un loco creativo, inquieto,innovador, ansioso, visionario y un sinfín de adjetivos que no hacen más que mostrar lo que, en hechos, él supo llevar adelante con un sinfín de emprendimientos y maravillosas creaciones que hemos disfrutado y compartido. Disney es uno de esos personajes venerados dentro del mundo emprendedor; básicamente porque cumple con las aptitudes y el éxito con el que sueña cualquier emprendedor. Lo que pocos saben, es que Disney era pésimo con los números, –en realidad no le interesaban. Tampoco se preocupaba mucho por lo que hoy conocemos como management. Su foco estaba en crear y llevar adelante sus visiones.
Pocos conocen al otro Disney, se llamaba Roy y era la versión opuesta de su hermano. Él era cauto, conservador, ordenado, y disfrutaba administrando los cientos de negocios que su hermano impulsaba.
Ser emprendedor no es sinónimo de empresario. En realidad podríamos decir que son dos cosas distintas. Muchas veces van de la mano; pero muchísimas otras, esta dualidad no se ve plasmada en una misma persona y se transforma en la principal causa de fracaso (7 de cada 10 emprendimientos no superan el año de vida)
¿Cómo son los emprendedores? En principio son personas ansiosas, proactivas, optimistas; no miden el riesgo de sus decisiones y les gusta justificar sus actos con una visión de presente y no de futuro. Vivir el hoy justifica cualquier acción. Son visionarios, o al menos eso creen. Suelen pensar que lo más importante para poder llevar adelante un negocio es la idea. Todo lo demás les parece que se acomodará solo. El empuje es su característica más destacada. No tienen miedo al fracaso y, si por alguna razón se enfrentan a él, podrán sobreponerse sin demasiados problemas.
¿Y el empresario? Siempre recordaré mi primera vez ante un CEO. Esta persona era el máximo responsable de una de las mayores empresas del mundo en Argentina. La empresa que él lideraba no era una creación suya. En realidad nunca había emprendido nada por su cuenta. Desde el inicio de su carrera se había desarrollado adentro de grandes corporaciones. Si tuviera que describirlo diría que: era cauto, sumamente tranquilo, –tanto que esa tranquilidad se trasmitía al ambiente. Era analítico y tenía una gran capacidad de reacción ante la adversidad. Siempre medía el impacto de cualquier decisión. Se obsesionaba por intentar predecir el impacto de las acciones presentes en el futuro. Amante de los indicadores, sabía que su función no era ser operativo, sino lograr que otros lo fueran por él, reportándole información para la correcta toma de decisiones.
Como habrán podido ver, ser emprendedor no necesariamente significa que algún día podrán ser empresarios. ¿Es esto un defecto? ¿Debemos buscar personas con ambos perfiles? ¿Existen? Mi madre siempre me decía que en la vida, el secreto pasa por descubrir en qué uno es realmente bueno; cuál es su habilidad, que es lo que realmente a uno lo hace feliz. «Si lo encontrás, –me decía–, dedicate con toda tu fuerza a desarrollarlo.
Si aplicamos esto a las organizaciones, el secreto de un buen emprendedor pasa por focalizarse en sus habilidades, dedicarse a eso que realmente sabe hacer, y rodearse de capital humano que sea bueno en lo que él mismo no lo es.
Cada día que me involucro más con el mundo de los negocios, me convenzo que no existe una única fórmula para el éxito. Una empresa es un conjunto de factores sumamente complejos y variables.
Rebatiendo el título de este artículo, la cuestión no es emprendedores versus empresarios, sino más bien, emprendedores y empresarios. Y que juntos puedan lograr lo que Walt y Roy lograron con una de las organizaciones más grandes y prestigiosas de la historia.
¿Y las pymes? Ser pequeño o mediano empresario es toda una aventura, y el mayor desafío siempre está en lograr ser empresarios; infelizmente, no siempre sucede así. Aguerridos y en muchos casos obsesivos, los gerentes de las pymes suelen estar en todo: desde lo más mínimo a lo más importante. Ya superaron la etapa emprendedora y se dan cuenta que ahora la película es distinta. Ya no es tan divertido y en muchos casos se sienten solos tomando decisiones que son grandes desafíos para los que no están preparados (más del 70 % de los pymes no se formaron o tomaron estudios en temas relacionados a los negocios).
Entonces ¿cuál es el mayor desafío de una pyme? Lo resumiré en dos puntos:
1) Aprender a delegar: para aprender a delegar es fundamental asumir que, con el crecimiento uno se vuelve un poco más ineficiente, pero que esto es parte del crecimiento. Delegar también implica asumir que el otro se puede equivocar y hay que dedicar tiempo a enseñar. Esto también los obliga a ser menos informales y empezar a tener una estructura.
2) Alejarse de las operaciones: es vital que el pyme se aleje de las operaciones y las pueda delegar en gerentes. Esto le permitirá ocupar un lugar crítico: el de la estrategia. Sin estrategia no hay rumbo y sin rumbo no hay organización. Si están al 100 % en las operaciones, no podrán ocuparse de la estrategia y esto es lo que más puede poner en riesgo a sus empresas.
Para resumir todo lo visto en este artículo, me parece importante entender que empresario es un título fácil de adquirir pero difícil de revalidar. Según mi experiencia un emprendedor se recibe de empresario cuando logra alejarse de su empresa y que la misma siga funcionando, y en muchos casos mejor que antes. Entonces, ¿sos un emprendedor o un empresario
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